SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

El movimiento obrero, en consecuencia, ha dejado como guía la teoría marxista.-

En las dos experiencias citadas, ha quedado cegado el camino al comunismo; con lo que, el movimiento obrero se encuentra separado de la ruta que le indicaba la teoría, junto a la cual había hecho gran parte de su recorrido; la teoría marxista.

Seguramente queda un poco exagerado utilizar esta expresión (teoría marxista); puesto que haría pensar en un conjunto de conceptos, encajados entre sí, que explicarían por si mismos la marcha de los trabajadores a lo largo de la historia. Aquí no la utilizamos en ese sentido.

Más bien, pensamos, que los trabajos teóricos de Marx, han supuesto para el movimiento obrero, unos fogonazos intermitentes que han iluminado determinados tramos de su camino.

Posiblemente, nada más que eso. El camino lo han de marcar, recorrer, y reconocer, o no, como propio, los mismos trabajadores; naturalmente con el apoyo, en el interior mismo del conjunto de los trabajadores, de sus asociaciones.

Sin desconocer, sino trayéndolo a este lugar, lo dicho sobre el conocimiento científico. Nada ayudará al movimiento obrero en su caminar, como el conocimiento científico de ese mismo caminar. Y ese conocimiento, ese tipo de saber, proviene de una determinada reflexión sobre los propios hechos en que consiste ese caminar. Y este tipo de reflexión no es una exclusiva de los propios trabajadores, sino que puede llevarse a cabo desde el exterior de la producción; ocupándose de la producción, pero sin estar en la producción.

Esto es lo que hizo Marx, y ya habían hecho Adam Smith y David Ricardo. Recordemos que conceptos como valor, por ejemplo, provenían de las reflexiones de estos estudiosos, que no tenían ninguna práctica propia sobre la que reflexionar, sino que utilizaban la práctica de los trabajadores.

Pero, claro, una cosa es que existan construidos los conceptos científicos que pueden ayudar a actuar de manera más eficaz sobre la realidad, y otra, que los posible usuarios los quieran realmente utilizar.

Esto lo vimos con especial claridad cuando repasamos la llamada revolución industrial. La aplicación de la ciencia a los procesos de trabajo sólo se realizaba, si resultaba ventajoso, para el aumento del beneficio del empresario. Es decir, una cosa es la ciencia, y otra su aplicación.

Una cosa parecida podría haber ocurrido con el movimiento obrero. De forma que se haya renunciado en la práctica a la utilización de algunos conceptos teóricos, que podrían resultar útiles en el conocimiento y reconocimiento del propio camino.

Una explicación podría ser, haber tomado por teoría marxista, la experiencia rusa. Renunciar al comunismo ruso, seria renunciar a la teoría marxista.

Seguramente, eso debe ser lo que ha ocurrido.

Sin embargo, esto puede haber ocurrido, sin que los propios trabajadores sean aún conocedores de los efectos que esa decisión tendrá (tendría) sobre su propio trabajo.

Aquí, en estas decisiones, no se trata, para los trabajadores, de quién tiene razón, ni de quién se equivoca; de quién busca el bienestar de los trabajadores, o el suyo propio; de quién se ajusta a una teoría, y quien a otra contraria. Para ellos se trata de su trabajo, de su forma de vivir. Para quien toma las decisiones, no.

Lenin y su Comité Central, Stalin y el suyo (que prácticamente era el mismo), es decir, los dirigentes de un partido político, tomaron la decisión de ordenar la producción en la Unión Soviética, en la forma que entendieron conforme con la teoría marxista.

Los trabajadores, pues de ellos se trataba (cuando se habla de producción parece que no se hable del trabajo, del jodido trabajo, con perdón), no podían saber- era imposible que la mayoría de los trabajadores rusos supieran, ni por encima, lo que iba a ocurrir con su trabajo- cómo quedarían las condiciones de su trabajo en la forma en que iban a ordenarlo.

Unos, los obreros industriales organizados- cuatro gatos, comparados con el total de trabajadores en la inmensa Unión Soviética-, encontraron muy favorables las propuestas comunistas.

Otros, los campesinos- una inmensidad de pobres trabajadores, pobres en todos los sentidos-, no acabaron de entender la transformación de su trabajo, en trabajo colectivo.

Pues bien, los dirigentes del Partido Comunista, entendieron que lo que proponían, y que luego impusieron violentamente (con una auténtica matanza de trabajadores), se correspondía con la teoría marxista y con el interés de los trabajadores.

Ha hecho falta una práctica de setenta años, para que los trabajadores hayan podido trasladar su parecer a sus dirigentes: no les interesa la teoría marxista, ni la forma de trabajo que les impuso.

Parece claro que, si del trabajo se trata, sean los trabajadores los que decidan, no sus representantes. Sus representantes no están en la producción, y de lo que se habla es de la producción.

Parece al revés, pero es así. Como el sol y la tierra. Los que trabajan, de una u otra forma, deciden si cambian o no de forma de trabajar.

Lo que estamos llamando, a lo largo de todo este trabajo, movimiento obrero, no está compuesto principalmente por obreros, y su dirección, normalmente no trabaja en la producción. Si se cambia de forma de trabajar, o se continúa en la misma, no son ellos, principalmente, quien lo notarán. El interés en el cambio, o en el no cambio, ha de ser el de los trabajadores, no el de sus dirigentes.

Lo vemos con un poco más de detenimiento.  

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